En el Polo Sur los Tiempos Corren a Más de 350km/h

Existe una interrelación entre el vórtice estratosférico antártico, La Niña y el agujero de ozono.

Cuando todas las miradas están puestas en el Ecuador en el Polo Sur; a una altura entre los 15 y 30 km, hay instalado un vórtice polar estratosférico con vientos de 350 km/h que supera al paralelo 20° Sur abarcando casi un 80% de la superficie del hemisferio Sur.

Este vórtice ha sido observado solo en tres ocasiones en la era satelital: en septiembre de 2002, en 2010 y en agosto-septiembre de 2019.

En este 2024, ha favorecido un invierno patagónico que se presentó anticipadamente en abril, con sensaciones térmicas de hasta -25 °C y nevadas fuertes y persistentes en la cordillera, meseta y en la parte más austral del Mar Argentino, cubriendo una superficie de 500,000 kilómetros cuadrados.

El evento del 7 julio fue el calentamiento estratosférico más temprano jamás observado en los 44 años de registro de la Oficina de Modelado y Asimilación Global (GMAO – NASA)

Llegado septiembre, el vórtice polar estratosférico continúa activo desde hace 3 meses.

El vórtice estratosférico antártico, el agujero de ozono y el fenómeno de La Niña están interrelacionados a través de los complejos procesos atmosféricos que afectan el clima global.

Vórtice Estratosférico Antártico:
Este vórtice es una zona de baja presión que se forma sobre la Antártida durante el invierno austral en la estratósfera. Tiene un papel crucial en el confinamiento del aire frío sobre el continente y, por lo tanto, en la estabilidad de la capa de ozono. Su fuerza y estabilidad afectan la dinámica atmosférica, y un vórtice fuerte tiende a retrasar la destrucción del ozono, mientras que un vórtice débil puede permitir que las sustancias que destruyen el ozono accedan más fácilmente a la estratósfera.

Agujero de Ozono: El agujero de ozono se agrava por las reacciones químicas que ocurren dentro del vórtice polar antártico. Cuando el vórtice es fuerte y frío, las reacciones químicas que destruyen el ozono son más activas. Aunque las medidas internacionales han reducido la emisión de sustancias destructoras de ozono (como los CFC), su impacto persiste debido a la presencia prolongada de estos compuestos en la atmósfera.
Finalmente un vórtice polar fuerte tiende a contener el aire frío y limitar su desplazamiento hacia latitudes más bajas.
Mientras que un vórtice debilitado puede facilitar incursiones de aire frío y contribuir a cambios en los niveles de ozono.

Retraso de La Niña: La conexión entre el vórtice y La Niña radica en el impacto que tiene el comportamiento de los vientos y las temperaturas en las capas altas de la atmósfera sobre los patrones climáticos globales. En años donde el vórtice antártico es anormalmente fuerte, las corrientes de chorro que influyen en la circulación atmosférica pueden retrasar la aparición de La Niña, dado que estas corrientes afectan la transferencia de calor entre los océanos y la atmósfera.

Un vórtice estratosférico antártico fuerte tiende a enfriar la región, como sucedió en el transcurso de este invierno, lo que puede reducir la influencia de El Niño en el Hemisferio Sur, pero cuando este se debilita, las conexiones entre el sistema climático y los patrones oceánicos cambian, afectando el ciclo El Niño-La Niña.

Las dinámicas atmosféricas son complejas y dependen de múltiples factores, incluyendo fenómenos como La Niña y las condiciones estratosféricas.

El vórtice estratosférico que está en la Antártida desde hace más de 3 meses, tiende a enfriar la región, lo que puede reducir la influencia de El Niño en el Hemisferio Sur, pero cuando este se debilita, las conexiones entre el sistema climático y los patrones oceánicos cambian, afectando el ciclo El Niño-La Niña y si a esto le sumamos el efecto sobre la capa de Ozono el cual por coincidencia y estacionalidad se encuentran a la misma altura y ubicación, convirtiendo a la Antártida en un verdadero polo fenoménico y climático que está trabando sobre un nuevo escenario climático que nos plantea preguntas cuyas respuestas deberemos esperar.

La Niña Juega a las Escondidas

La demora en el arribo de La Niña da señales de un escenario que, de repetirse al del 2021-2023, es probable que reproduzca sequías duales que afectarían al suroeste de América del Norte y el suroeste de América del Sur, poniendo en riesgo la producción mundial de alimentos.

Este tipo de eventos han ocurrido al mismo tiempo en múltiples ocasiones durante los últimos 1,000 años, coincidiendo con eventos de La Niña.

Un equipo de investigadores de la Universidad de Columbia ha demostrado que se han producido nueve megasequías en el suroeste de América del Norte durante ese periodo, y doce han ocurrido en el suroeste de América del Sur.

También encontraron que siete de las nueve megasequías ocurrieron simultáneamente en ambas regiones.

Históricamente, los períodos de transición prolongada entre El Niño y La Niña, conocidos como fases neutrales del fenómeno climático El Niño-Oscilación del Sur (ENSO), han ocurrido en varias ocasiones. Estas transiciones no siempre son inmediatas y pueden variar en duración y características pudiendo ser de varios meses a más de un año.

Se espera que La Niña moderada tenga efectos menos severos en comparación con eventos anteriores, lo que podría resultar en menos sequías y una mejor distribución de las lluvias en regiones afectadas como Argentina y otras partes de América del Sur.

A pesar de estas proyecciones, existe un nivel considerable de incertidumbre en los modelos climáticos, lo que significa que las condiciones pueden cambiar a medida que se acerque la fecha.

Las actualizaciones continuas de los modelos serán esenciales para ajustar estas predicciones.

Mientras tanto La Niña no revela sus intenciones.

Dos Polos No Tan Opuestos

Los Polos Planetarios presentan condiciones, en algunos casos semejantes, una de ellas son los vórtices polares estratosféricos.

En las estratósferas de ambos polos se desarrolla un fenómeno muy particular conocido como “vórtice polar estratosférico”, el cual juega un papel fundamental en el clima de sus respectivos hemisferios, destacando por su alcance y magnitud a nivel planetario, no solo por su fuerza, sino también por su escala.

La circulación en el Ártico es de norte a sur y en sentido contrario a las agujas del reloj, mientras que en la Antártida es de oeste a este, siguiendo el sentido de las agujas del reloj.

Los vórtices polares del Polo Norte y del Polo Sur son fenómenos meteorológicos caracterizados por ser áreas de baja presión y circulación de vientos en las regiones polares, siendo clave en la meteorología y en la formación de muchos tipos de sistemas climáticos. Sin embargo, presentan diferencias significativas en su comportamiento y características.

El Polo Norte es mayormente oceánico, con temperaturas menos extremas que el Polo Sur, mientras que la Antártida es un continente donde las temperaturas pueden alcanzar hasta -70 °C en invierno, lo que la convierte en el lugar más frío de la Tierra.

Durante el invierno, las temperaturas en el Polo Norte pueden descender hasta -40 °C. Sin embargo, la influencia del océano y la presencia de hielo marino moderan estas temperaturas en comparación con las del Polo Sur. La circulación del aire en el Ártico tiende a ser de norte a sur, facilitada por la presencia de montañas como las Rocallosas, que permiten la entrada de sistemas de baja presión hacia latitudes altas.

Estas diferencias en la estructura y comportamiento de los vórtices polares tienen implicaciones significativas en el clima global y en los patrones meteorológicos que afectan a otras regiones del mundo.

De Polo a Polo

Vórtice Polar Ártico (Polo Norte):

El vórtice polar ártico se encuentra en una región compuesta en gran parte por océano (aproximadamente el 72% del área), lo que influye en su dinámica y en la temperatura del aire sobre la superficie.

Vórtice Polar Antártico (Polo Sur):

En contraste, el vórtice polar antártico se encuentra sobre un continente (Antártida) que abarca solo un 22% de océano. Esto contribuye a que sea una región más elevada y fría.

En el Polo Norte, el “vórtice polar estratosférico” ha ocurrido con mayor frecuencia, afectando a regiones de Canadá, el noreste de Estados Unidos, Europa y Rusia durante la temporada de primavera y verano.

En el Polo Sur, sin embargo, este fenómeno ha sido observado solo en tres ocasiones en la era satelital: en septiembre de 2002, en 2010 y en agosto-septiembre de 2019.

En 2024, entre 15 y 50 km por encima del Polo Sur, durante el invierno austral, se formó un “vórtice polar estratosférico” cuyo centro de bajas presiones hizo girar a los vientos en sentido de las agujas del reloj, con velocidades promedio de unos 300 km/h.

Ambos polos son actores climáticos importantes, y apenas estamos comenzando a comprender su participación en los fenómenos climáticos, atmosféricos y oceánicos, así cómo los Polos están reaccionando al calentamiento global que afecta directamente a las dinámicas estructuras de hielo que los recubren.

Por lo pronto, tanto la Antártida como el Ártico tienen una historia geológica que evidencia haber tenido condiciones y posiciones muy diferentes a las actuales que nos indican que todo está en movimiento y ninguna posición es perpetua.

El Amazonas se Está Haciendo Humo

El Amazonas, padece un COLAPSO MULTICISTÉMICO, donde sus ríos y la vegetación cada día pierden más terreno.

Hasta el 11 de septiembre de 2024, se han registrado más de 150.000 incendios en Brasil, lo que representa un aumento del 100% en comparación con el mismo período del año anterior.

Actualmente tiene el 60 % de su territorio, (casi 5 millones de kilómetros cuadrados), cubierto de humo debido a los incendios. En los últimos 3 meses cerca de 3 millones de hectáreas fueron consumidas por el fuego.

La región norte de Brasil está atravesando una grave sequía, considerada la peor en más de un siglo, la que podría tener efectos duraderos en el ciclo global del carbono.

Sus ríos se secan y se están convirtiendo en bancos de arena, estos cursos navegables son vitales para el ecosistema y la subsistencia de la población.

La región norte de Brasil está atravesando una grave sequía, considerada la peor en más de un siglo, la que podría tener efectos duraderos en el ciclo global del carbono.

Sus ríos se secan y se están convirtiendo en bancos de arena, estos cursos navegables son vitales para el ecosistema y la subsistencia de la población.

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