Un Pronóstico en Jaque

Las ciencias atmosféricas utilizan herramientas de campo, satélites y modelos computacionales a los que recientemente se suma la inteligencia artificial. Esta variedad de recursos revela la complejidad del clima que estudiamos.

Sudamérica, al ser un continente con costas en dos océanos, enfrenta condiciones clave para predecir su clima.

La ausencia prolongada de fenómenos como La Niña y El Niño ha aumentado la incertidumbre en los pronósticos, ya que, como en la comunicación, los silencios dicen mucho y su interpretación es un arte.

Los Gigantes Climáticos: Amazonia y Antártida

La Amazonia, con cerca de 7,5 millones de km², es el mayor bosque tropical y produce grandes cantidades de lluvia que mantienen un ciclo hídrico activo, regulando el clima regional y mundial. Su vegetación y humedad influyen en los patrones de lluvia en gran parte de Sudamérica.

La Antártida, casi el doble en tamaño, es un desierto helado que, aunque muy diferente, cumple un papel fundamental en el equilibrio del planeta. Junto al frío desierto patagónico y el desierto de Atacama en los Andes, forman aliados naturales con influencia climática sobre la región.

En invierno, sobre la Antártida gira un vórtice polar estratosférico a más de 20 km de altura, que afecta el clima del hemisferio Sur, provocando olas de frío y cambios en los patrones meteorológicos. Satélites como Sentinel-5P (a unos 824 km de altitud) permiten monitorear estos fenómenos en tiempo real, incluyendo el agujero de ozono.

El continente blanco está cubierto en un 98% por hielo y tiene un gran impacto en la atmósfera y en los océanos Atlántico, Pacífico e Índico.

En medio de todo esto estamos nosotros.

El tiempo dirá.

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